Dame todo de ti, que yo te daré mi vida. Entrégame tu alma, tus sentimientos y tu corazón. Yo te daré a cambio mil felicidades.
Dame en palabras tus sentimientos, dame en sueños tu alma, dame en vida tu corazón. Tiñe de generosidad cada momento, y dame lo que necesito de ti: todo.
Dame cada día la esencia de ti, para que pueda recorrer tus anhelos y conocer tus secretos, todos tus secretos.
Dame todo de ti, sin barreras, sin esconder nada. Si me das todo de ti seré tu esclavo del amor.
Dame, que yo te daré, y aunque no me des nada de ti, yo me entregaré a ti.
Esta es mi promesa, esta es mi súplica.
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- Mi nombre es Rosalí Corrales Muñoz.Soy de origen cubano, vivo en la provincia de Camagüey.
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He aquí que ésta es mi sola delicia: esperar y esperar a la orilla del camino, en donde
la sombra persigue a la luz y la lluvia viene andando sobre las huellas del verano.
Los mensajeros, con las nuevas y el aire de otros cielos pasan veloces, me saludan
y se apresuran a lo largo del camino. Mi corazón se desborda de júbilo y es dulce el hálito
de la brisa volandera.
Del alba al crepúsculo estoy en mi puerta: sé que de repente vendrá el dichoso instante
en que veré.
Entre tanto sonrío y canto, solitario. Entre tanto por el aire se expande el perfume
de la promesa.
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El alma del poeta danza y delira sobre la ola de la vida, entre el clamor de vientos
y mareas.
Y cuando el sol esconde su frente y el cielo entristecido cae sobre el mar como los
párpados sobre los ojos fatigados, el poeta, dejando su pluma y con la cabeza en la mano,
deja huir su pensamiento hacia el abismo del silencio, hacia la niebla del eterno secreto.
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He pagado mis deudas, he cortado mis ataderas, las puertas de mi casa están
abiertas, he olvidado mis amores: ¡soy libre, y me voy por el ancho mundo!
En cuclillas, agrupados en su rincón, los otros tejen la tela gris de sus vidas,
o cuentan su oro entre el polvo, o beben su triste vino, o cantan lánguidas
canciones: y me llaman para que regrese a su lado.
Pero yo he forjado mi espada y he vestido mi armadura, y mi caballo piafa de
impaciencia.
¡Soy libre, es la mañana y parto a conquistar mi reino.
Etiquetas: Poemas amorosos, Poesía, Rabindranath Tagore
A la flor era semejante mi vida, en su aurora: a la flor que, abierta cuando la brisa
de la primavera viene a golpear en su puerta, deja caer uno, o dos pétalos, e ignorante
de su tesoro, no siente su pérdida.
Ahora cuando pasó la juventud, mi vida se parece al fruto que ya nada tiene que perder:
y espera, espera a alguien, para darse toda entera, con toda su pesadumbre de dulzura.
Etiquetas: Poemas de amor, Poesía, Rabindranath Tagore
La vida empieza a correr
de un manantial, como un río;
a veces, el cauce sube,
a veces, el cauce sube,
y otras se queda vacío.
Del manantial que brotó
para darte vida a ti,
ay, ni una gota quedó
para mí:
la tierra se lo bebió.
Aunque tú digas que no,
el mundo sabe que sí,
que ni una gota quedó
del manantial que brotó
para darte vida a ti.
Etiquetas: Nicolás Guillén, Poemas didácticos, Poesía
Escrito estaba, sí: se rompe en vano
una vez y otra la fatal cadena,
y mi vigor por recobrar me afano.
Escrito estaba: el cielo me condena
a tornar siempre al cautiverio rudo,
y yo obediente acudo,
restaurando eslabones
que cada vez más rígidos me oprimen;
pues del yugo fatal no me redimen
de mi altivez postreras convulsiones.
¡Heme aquí!,¡tuya soy! ¡dispón , destino,
de tu víctima dócil! Yo me entrego
cual hoja seca al raudo torbellino
que la arrebata ciego.
¡Tuya soy!, ¡heme aquí!,¡todo lo puedes!
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña...
Pero sabe , ¡oh, cruel!, que no me engaña
la sonrisa falaz que hoy me concedes.
Etiquetas: Gertrudis Gómez de Avellaneda, poemas de sentimiento, Poesía
Un tiempo hollaba por alfombras rosas;
y nobles vates, de mentidas diosas
prodigábanme nombres;
mas yo, altanera, con orgullo vano,
cual águila real a vil gusano,
contemplaba a los hombres.
Mi pensamiento —en temerario vuelo—
ardiente osaba demandar al cielo
objeto a mis amores,
y si a la tierra con desdén volvía
triste mirada, mi soberbia impía
marchitaba sus flores.
Tal vez por un momento caprichosa
entre ellas revolé, cual mariposa,
sin fijarme en ninguna;
pues de místico bien siempre anhelante,
clamaba en vano, como tierno infante
quiere abrazar la luna.
Hoy, despeñada de la excelsa cumbre
do osé mirar del sol la ardiente lumbre
que fascinó mis ojos,
cual hoja seca al raudo torbellino,
cedo al poder del áspero destino...
¡Me entrego a sus antojos!
Cobarde corazón, que el nudo estrecho
gimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hecho
tu presunción altiva?
¿Qué mágico poder, en tal bajeza
trocando ya tu indómita fiereza,
de libertad te priva?
¡Mísero esclavo de tirano dueño,
tu gloria fue cual mentiroso sueño,
que con las sombras huye!
Di, ¿qué se hicieron ilusiones tantas
de necia vanidad, débiles plantas
que el aquilón destruye?
En hora infausta a mi feliz reposo,
¿no dijiste, soberbio y orgulloso:
—¿Quién domará mi brío?
¡Con mi solo poder haré, si quiero,
mudar de rumbo al céfiro ligero
y arder al mármol frío!
¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano!
Te gritó la razón... Mas ¡cuán en vano
te advirtió tu locura!...
¡Tú mismo te forjaste la cadena,
que a servidumbre eterna te condena,
y a duelo y amargura!
Los lazos caprichosos que otros días
—por pasatiempo— a tu placer tejías,
fueron de seda y oro;
los que ahora rinden tu valor primero,
son eslabones de pesado acero,
templados con tu lloro.
¿Qué esperaste, ¡ay de ti!, de un pecho helado
de inmenso orgullo y presunción hinchado,
de víboras nutrido?
Tú —que anhelabas tan sublime objeto—
¿cómo al capricho de un mortal sujeto
te arrastras abatido?
¿Con qué velo tu amor cubrió mis ojos,
que por flores tomé duros abrojos,
y por oro la arcilla?...
¡Del torpe engaño mis rivales ríen,
y mis amantes, ay, tal vez se engríen
del yugo que me humilla!
¿Y tú lo sufres, corazón cobarde?
¿Y de tu servidumbre haciendo alarde
quieres ver en mi frente
el sello del amor que te devora?...
¡Ah! Velo, pues, y búrlese en buen hora
de mi baldón la gente.
¡Salga del pecho —requemando el labio—
el caro nombre de mi orgullo agravio,
de mi dolor sustento!...
¿Escrito no le ves en las estrellas
y en la luna apacible que con ellas
alumbra el firmamento?
¿No le oyes, de las auras al murmullo?
¿No le pronuncia —en gemidor arrullo—
la tórtola amorosa?
¿No resuena en los árboles, que el viento
halaga con pausado movimiento
en esa selva hojosa?
De aquella fuente entre las claras linfas,
¿no le articulan invisibles ninfas
con eco lisonjero?...
¿Por qué callar el nombre que te inflama,
si aún el silencio tiene voz, que aclama
ese nombre que quiero?...
Nombre que un alma lleva por despojo;
nombre que excita con placer enojo,
y con ira ternura;
nombre más dulce que el primer cariño
de joven madre al inocente niño,
copia de su hermosura;
y más amargo que el adiós postrero
que al suelo damos, donde el sol primero
alumbró nuestra vida,
nombre que halaga y halagando mata;
nombre que hiere —como sierpe ingrata—
al pecho que le anida.
¡No, no lo envíes, corazón, al labio!
¡Guarda tu mengua con silencio sabio!
¡Guarda, guarda tu mengua!
¡Callad también vosotras, auras, fuente,
trémulas hojas, tórtola doliente,
como calla mi lengua!
Etiquetas: Gertrudis Gómez de Avellaneda, poemas de sentimiento, Poesía
Por cada año que me has dado amor,
por cada mes que en tu vientre me diste calor,
por cada día que conmigo estás,
por cada hora de felicidad.
Por regalarme tus hombros para llorar,
por secar mis lágrimas y a mi lado estar,
por quererme tanto y mis heridas sanar,
por todo lo que haces por mí.
Por tus palabras que me hacen reflexionar,
por tus caricias llenas de bondad,
por tus besos que me rodean de paz,
por tus brazos que siempre me quieren cuidar.
Por esforzarte y siempre luchar,
por enseñarme a caminar,
por mis primeras palabras celebrar,
por la dicha de llamarte mamá.
Y la vida se me iría en agradecer,
porque eres un ejemplo de mujer,
que con sabiduría a sabido responder
a las preguntas que necesitaba saber.
Hoy te quiero decir,
más que con palabras, con el corazón,
que eres la razón
por la que esté aquí.
Hoy te quiero hablar
y un Gracias Mamá deletrear
con todo mi amor.
Por cada hora de felicidad,
por cada día que conmigo estás,
por cada mes que en tu vientre me diste calor,
por cada año que me has dado amor.
Inseparables,
como las nubes y el cielo,
como el sol y el día,
como la sonrisa y la alegría,
como un abrazo y un te quiero.
Inseparables,
como las lágrimas y el llanto,
como la noche y las estrellas,
como el reloj y las horas,
como la maravilla y el encanto.
Inseparables,
como el silencio y la calma,´
como los recuerdos y la nostalgía,
como la fé y la esperanza,
como el espíritu y el alma.
Inseparables,
como un bebé y la inocencia,
como el perdón y el olvido,
como tú conmigo,
como el amor y la paciencia.
Inseparables,
como estos versos y la poesía,
como un suspiro al viento
y llorar un momento,
como una canción y su melodía.
Inseparables,
como la lealtad y la fidelidad,
como los latidos y el corazón,
como los pensamientos y la razón,
como tenerte a mi lado y la felicidad.
Inseparables,
como la perseverancia y una madre,
como la rosa y el rojo,
como las miradas que se entienden más allá de los ojos,
así somos amiga, como uña y carne, inseparables.
Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!
Etiquetas: Gabriela Mistral, Poema sentimental, Poesía
Muchas veces te dije
Que antes de hacerlo
Había que pensarlo muy bien,
Que a esta unión de nosotros
Le hacia falta carne y deseo también,
Que no bastaba que me entendieras
Y que murieras por mi,
Que no bastaba que en mi fracaso
Yo me refugiara en ti..
Y ahora ves lo que paso,
Al fin nació,
Al pasar de los años,
El tremendo cansancio
Que provoco en ti;
Y aunque es penoso lo tienes que decir.
Por mi parte esperaba
Que un día el tiempo se hiciera cargo del fin;
Si así no hubiera sido
Yo habría seguido jugando a hacerte feliz,
Y aunque le llanto es amargo
Piensa en los años que tienes para vivir,
Que mi dolor no es menos,
Y lo peor es que ya no puedo sentir..
Y ahora tratar de conquistar
Con vano afán
Este tiempo perdido
Que nos deja vencidos
Sin poder conocer
Eso que llaman amor para vivir,
Para vivir.
Etiquetas: Pablo Milanés, poemas de sentimiento, Poesía
III
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
Que son dos hormigueros solitarios,
Y son mis manos sin las tuyas varios
Intratables espinos a manojos.
No me encuentro los labios sin tus rojos,
Que me llenan de dulces campanarios,
Sin ti mis pensamientos son calvarios
Criando cardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
Ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
Y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
Y la olvidada imagen de tu huella,
Que en ti principia, amor, y en mí termina.
Etiquetas: Miguel Hernández, poemas de sentimiento, Poesía
Mi táctica es
Mirarte aprenderte como sos
Querete como sos
Mi táctica es
Hablarte
Y escucharte
Construir con palabras
Un puente indestructible
Mi táctica es
Quedarme en tu recuerdo
No sé como ni sé
Con qué pretexto
Pero quedarme en vos
Mi táctica es
Ser franco
Y saber que sos franca
Y que no nos vendamos
Simulacros
Para que entre los dos
No haya telón
Ni abismos
Mi estrategia es
En cambio
Más profunda y más
simple
Mi estrategia es
Que un día cualquiera
No sé cómo ni sé con qué pretexto
Por fin me necesites.
En mi jardín hay rosas
Yo no te quiero dar las rosas que mañana….
Mañana no tendrás.
En mi jardín hay pájaros
Con cantos de cristal:
No te los doy, que tienen
Alas para volver….
En mi jardín abejas
Labran fino panal:
Dulzura de un minuto….
No te quiero dar
Para ti lo infinito
O nada: lo inmortal
O esta muda tristeza
Que no comprenderás....
La tristeza sin nombre
De no tener que dar
A quien lleva en la frente
Algo de eternidad….
Deja, deja el jardín…
No toques el rosal:
Las cosas que se mueren
No se deben tocar.
Mario Benedetti
Táctica y estrategia
Mi táctica es
Mirarte aprenderte como sos
Querete como sos
Mi táctica es
Hablarte
Y escucharte
Construir con palabras
Un puente indestructible
Mi táctica es
Quedarme en tu recuerdo
No se como ni se
Con que pretexto
Pero quedarme en vos
Mi táctica es
Ser franco
Y saber que sos franca
Y que no nos vendamos
Simulacros
Para que entre los dos
No haya telón
Ni abismos
Mi estrategia es
En cambio
Más profunda y mas
Simple
Mi estrategia es
Que un día cualquiera
No se como ni se con que pretexto
Por fin me necesites.
Etiquetas: Dulce Maria Loynaz, Poemas amorosos, Poesía
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne respira.
Es contemplar, desde la cumbre de la persona, la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigo, es descubrir donde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conservación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigo, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es ignorar en que consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Es estar enamorado, amigo, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de si mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su
noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna sea todavía luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos
dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
Etiquetas: Francisco Luis Bernárdez, Poemas amorosos, Poesía
Crecí para ti
Tálame.Mi acacia
Implora tus manos el golpe de gracia.
Florí para ti.
Córtame. Mi lirio
al nacer dudaba ser flor o ser sirio
Fluí para ti.
Bésame .El cristal
envidia lo claro de mi manantial.
Alas di por ti
Cázame.Falena,
rodeo llama de impaciencia llena.
Por ti sufriré.
¡Bendito sea el daño que tu amor me dé!
¡Bendita sea el hacha, bendita la red,
y loadas sean tijeras y sed!
Sangre del costado
manaré , mi amado,
¿Qué broche más bello, que joya más grata,
que por ti una llaga color escarlata?
En vez de abolorios para mis cabellos,
Siete espinas largas hundiré entre ellos,
y en vez de zarcillos, pondré en mis orejas,
como dos rubíes , dos ascuas bermejas.
Me verás reír
viéndome sufrir.
Y tú llorarás
Y entonces….. ¡más mío que nunca serás!
Etiquetas: Juana de Ibarbourou, poemas de sentimiento, Poesía
Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.
Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.
Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;
y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.
Poema de Rubén Darío
Etiquetas: poemas de sentimiento, Poesía, Rubén Darío
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vió una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fué la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?"
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
"Fuí a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad."
Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar."
Y dice ella: "No hubo intento;
yo me fuí no sé por qué;
por las olas y en el viento
fuí a la estrella y la corté."
Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver."
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí."
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
Poema de Rubén Darío
Doña venenos habita
a unos pasos de mi casa.
Ella quiere disfrutar
rutas, jardines y playas,
y todo ya se lo dimos,
pero no está apaciguada.
¿A qué vino de tan lejos
si viaja llevando su alma?
a los que nacen o mueren,
a los que arriban o zarpan,
y aunque son muchos sus días
¡no se cansa, no se cansa!
¿A qué vino de tan lejos
si viaja llevando su alma?
Pudo dejarla, sí, pudo,
en cactus abandonada,
y hacerse, cruzando mares,
otra de hieles lavada.
¿A qué vino a ser la misma
bajo el país de las palmas?
Me la dicen, me la traen
todos los días contada,
pero yo aún no la he visto
y me la tengo sin cara
Cada día me conozco
árbol nuevo, bestia rara
y criaturas que llegan
a la puerta de mi casa.
¿Pero si no la vi nunca
cómo echo a la forastera?
Y si me la dejo entrar,
¿qué hace de mi paz ganada?
¿qué de mi bien que es un árbol?
Todos me preguntan si
ya vino la malhadada
y luego me dicen que...
es peor si se retarda.
Poema de Gabriela Mistral
Etiquetas: Gabriela Mistral, Poemas didácticos, Poesía