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Sonetos de William Shakespeare

Soneto 107

Ni el alma profética del mundo

Soñando el porvenir, ni mis temores,

Pueden a mi amor fijar un plazo

Que lo encierre en destino limitado.

Su eclipse resistió la mortal luna

Y búrlase el augur de su presagio:

Lo incierto se corona de certeza,

La paz proclama eternos sus olivos.

El rocío de esta época fragante

Renueva mi amor, y aún la muerte

Es vencida por mis humildes rimas

Aunque en tribus obtusas cause estragos:

Y en ellas tendrás tu monumento

Cuando tumbas de bronce hayan caído.

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