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Dulce muerte

Tan sensual y suave como la locura,
llegas en una noche un poco oscura
iluminada con velas ya casi apagadas.
Con tus pies desnudos tocas mi sangre,
aquel líquido espeso
que sale de mis manos rasgadas
manchando gran parte de mi habitación.
Tengo los ojos ya casi cerrados
mientras la respiración se me agota
y escucho un tenue susurro
que corresponde a mis llantos
y con un suspiro cortado
me despido de esta vida miserable
que me había tocado
para entregarme fielmente
a tus brazos.

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